Los horarios del mundo
Texto: Jeronimo Saralegui Va y viene, como pelota de ping pong, tenis o voley. Se estira y sin querer va dibujando en la cama las manecillas del reloj y todos los horarios del mundo. Hasta que se adhiere al cuerpo de su mamá o su papá, que duermen como osos y sueñan que hibernan. Abren los ojos. Empieza el día y ‘los mostruos’ ya no están.